"En 1847, el químico italiano Ascanio Sobrero, utilizando una mezcla de ácidos nítrico y sulfúrico, combinada con glicerina, produjo la nitroglicerina. Cuando calentó una sola gota en un tubo de ensayo estalló con tal fuerza que Sobrero, aterrorizado, desistió de seguir trabajando con aquel producto.
La nitrocelulosa y la nitroglicerina eran, en efecto, demasiado peligrosas como para trabajar con ellas de modo seguro, pero ambas fueron 'domadas' y utilizadas, iniciándose así la era de los modernos explosivos, tanto para bien (en demoliciones con fines de construcción) como para mal (en la guerra y el terrorismo)." (I. Asimov)