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Fábulas de Esopo

LAS MANOS, LOS PIES Y EL ESTÓMAGO
Llenos de envidia, los pies y las manos dijeron al estómago: sólo tú sacas provecho de nuestras ganancias ¿para quién trabajamos nosotros sino para ti? Para un goloso que sin tomar parte en los trabajos sólo se ocupa de recibir el fruto; por tanto escoge, o tomas un oficio que te mantenga o muérete de hambre. El vientre, abandonado de esta manera, sin comida largo tiempo, perdió su calor y se debilitó, y por consecuencia todo el cuerpo se vio afectado.
En una sociedad nadie se basta a sí mismo para todo.

EL CALVO Y LA MOSCA
Una mosca picó a un hombre calvo en la cabeza y éste, al querer matarla, se dio un gran golpe en la testa. La mosca, burlándose de él, proseguía molestándole. Entonces el hombre le dijo: aunque me dañe a mí mismo poco me importará, si consigo atraparte.
Nadie debería procurarse enemigos, la injuria pocas veces queda impune.

EL ÁGUILA Y LA RAPOSA
Un águila robó los hijos a una raposa, para alimentar a los suyos. La raposa, siguiendo al águila, le rogaba que se los devolviera, pero el águila viéndose segura y poderosa no hacía caso y la menospreciaba. La raposa, llena de furor, almacenó mucha paja en torno al árbol donde se encontraba el nido del águila y después prendió fuego. Forzada de esta manera, el águila devolvió sus hijos a la raposa.
Hasta el más débil si se le irrita puede hacer daño de muchas maneras.

EL PERRO Y EL TROZO DE CARNE
Un perro llevaba un trozo de carne en la boca cuando pasaba por un río, y viendo la imagen de la carne reflejada en el agua, pensó que era mayor que la que tenía; abrió la boca para cogerla y se le cayó al agua.
Casi siempre el codicioso pierde aquello que posee queriendo tomar lo ajeno.

EL LOBO Y LA CABRA
Un lobo vio a una cabra pacer en lo alto de un barranco, como no podía llegar hasta ella, le pidió que bajara para que no se cayera en un descuido, afirmando que era mejor el prado en que él se encontraba, porque allí la hierba era mucho más abundante. La cabra le respondió: 'No me llamas a mí para que coma, sino porque eres tú el que no tiene qué comer.'
Cuando los malos tratan de engañar a quienes les conocen, resultan del todo inútiles."

EL CARNICERO Y LOS CARNEROS
Estando unos carneros en manada juntos vieron que se acercaba el carnicero; no hicieron caso de él y miraron para otro lado. El carnicero tomó uno de ellos y lo mató, pero ni aun así se dieron por enterados, sólamente decían entre sí: a éste tocó, a mí no me tocará. El carnicero fue tomando uno tras otro matándolos, hasta llegar al último, el cual pensó: justamente somos degollados todos por no defender al primero.
El que no defiende a su compañero ante un peligro correrá la misma suerte.

LA ZORRA Y LAS UVAS
Viendo una zorra unos hermosos racimos de uvas ya maduros, deseosa de comerlos, buscaba el medio de alcanzarlos, pero no siéndole posible de ningún modo y sintiéndose frustrada dijo para sí: Estas uvas no están maduras.
El que no se consuela es porque no quiere.

LA ESPADA Y EL CAMINANTE
Caminando un hombre halló una espada en el camino, y preguntándole quién la había perdido, la espada respondió: En verdad que a mí sólo me ha perdido uno, pero yo he perdido a muchos.
El que ha dañado a muchas personas acaba mal.

LAS LIEBRES Y LAS RANAS
Unas liebres, perseguidas por los perros, pensaron que para vivir en continuos sustos era mejor morir, y así, las infelices, se dirigieron a una laguna para precipitarse en ella. Cerca de la laguna había unas ranas y al advertir la presencia de las liebres se lanzaron al agua asustadas. Entonces una de las liebres comentó: Hermanas, no desesperemos, sigamos nuestra vida, pues otros están igual que nosotras.
Mira a tu alrededor y sobrelleva con paciencia tus males.

LA CIGARRA Y LA HORMIGA
Una hormiga sacaba al sol el trigo que había recogido en verano. Una cigarra hambrienta la vio y acercándose a ella le preguntó: amiga, ¿podrías darme algo de ese trigo?
La hormiga, a su vez, le preguntó qué es lo que había hecho en verano, y la cigarra le respondió que se había dedicado a cantar todo el tiempo. Entonces, dijo la hormiga, danza ahora todo el invierno.
Anticípate, trabaja ahora lo que necesites en el futuro.

EL LEÓN Y EL RATÓN
Un león se encontraba durmiendo en la falda de una montaña. Unos ratones del campo estaban jugando cerca de allí y por casualidad uno de ellos tropezó con el león. El león atrapó con sus garras al ratón, y el ratón suplicó que le dejara en libertad. El león viendo que no era digno vengarse de un animal tan pequeño lo dejó ir en paz.
Poco tiempo después el león cayó en la redes de un cazador y al verse atrapado empezó a dar fuertes rugidos. El ratón lo oyó, se acordó de él y le liberó royendo la cuerda que formaba la red.
No conviene subestimar ni dañar al débil ¿quién sabe si algún día podríamos necesitar su ayuda?

LA ZORRA Y EL LEÓN
Un león fingía que estaba enfermo para atraer a su cueva a todos los animales y después los mataba. Llegó una zorra a la guarida pero no entró. Entonces el león le preguntó: '¿Qué te pasa? ¿Por qué no entras a verme?'. Y la zorra respondió: 'Aquí veo las huellas de los que entraron en la cueva, pero no veo las de salida.'
No se debe confiar ciegamente en lo que nos dicen. Las palabras se juzgan mejor acompañadas de los hechos.