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Las Cruzadas (1935)

"El Imperio bizantino, ahora bajo Alejo I Comneno, que reinó de 1081 a 1118, no sólo estaba sometido a los ataques de los turcos por Oriente, sino a los normandos por el Oeste. Ello le impulsó a demandar ayuda a las potencias occidentales.
El Papa Urbano II, que ocupó el solio de 1088 a 1099, mostraba deseos de prestar esa ayuda. En primer lugar, porque anhelaba liberar Tierra Santa de los turcos, y en segundo término porque la población de Europa occidental había crecido gracias a los adelantos en materia de técnicas agrarias, la aristocracia se había incrementado, y no había suficiente tierra para todos, lo que encendía luchas interminables. Así pues, en 1095, Urbano predicó una Cruzada, y los caballeros sin tierras partieron hacia Oriente junto con multitudes de otras personas, tan penetradas de fervor religioso como de ansia de botín.
La verdadera importancia de las Cruzadas no radicó en quién gobernaba en Tierra Santa, sino en el hecho de que los cruzados europeos entraron en contacto con una civilización más avanzada." (I. Asimov)