Los antiguos sumerios, por su parte, desarrollaron pequeños cilindros de piedra dura con signos grabados en ellos, de tal manera que haciéndolos rodar sobre arcilla blanda, los signos quedaban impresos. Tras la cocción, permanecían indelebles. Los cilindros podían usarse una y otra vez, y servían de firma a su poseedor.
¿Por qué no podía aplicarse el mismo principio para imprimir símbolos en una hoja de papel? Si se entinta un bloque con un símbolo sobresaliente y al revés, se puede imprimir en un papel ese símbolo (al derecho). Los chinos adoptaron este sistema hacia el año 350, y en torno al 800 grababan páginas enteras en bloques de madera. Una de esas páginas podía ser impresa numerosas veces, y todas las impresiones salían exactamente iguales. Pero llevaba mucho tiempo tallar el bloque de madera en bajorrelieve con todos los símbolos perfectamente formados.
Más tarde, a los chinos se les ocurrió la idea de emplear un bloque distinto para cada símbolo, de tal manera que los bloques pudieran disponerse en la combinación deseada y formar la página. Hacia 1450 disponían de caracteres móviles de madera como los descritos, y en torno a 1500 ya utilizaban caracteres metálicos.
Pero para entonces los europeos ya les habían aventajado (si bien es posible que las noticias relativas a los tipos móviles hubieran llegado a Europa desde China, brindando con ello un punto de partida).
El inventor alemán Johannes Gutemberg (1390-1468) había ideado los tipos móviles en 1453. Disponía de papel para trabajar con él (hacía ya tiempo que había llegado a Europa procedente de China) y se dedicó a experimentar con diferentes tintas. También diseñó una prensa de imprimir, un dispositivo que servía para presionar el papel contra todos aquellos pequeños caracteres metálicos uniformemente.
Biblia de Gutemberg |