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Bipedación

"El primer avance humano fue de carácter biológico y consistió, precisamente, en alcanzar la condición humana. Pero, ¿qué convierte en humano a un humano?
El ser humano de nuestros días ha adquirido, claro está, muchas características que ahora se consideran humanas; tantas, que resulta difícil precisar una de ellas y considerarla la clave. Así pues, debemos retroceder en el tiempo, observando cómo la humanidad se torna más primitiva, menos humana, semejante al mono.
Debemos detenernos en algún momento en que nuestros antepasados estaban más cerca del ser humano que del mono. Cualquier organismo que sea más humano que el mono recibe el nombre de homínido (de una palabra latina que significa "hombre"). Cualquier organismo que tenga más de mono que de humano se denomina póngido (de una palabra congolesa que significa "mono").
Si retrocedemos en el tiempo, estudiando los huesos y los dientes de las primitivas formas de vida de los homínidos, llegamos a un organismo que tal vez tenía el tamaño de un chimpancé actual o algo menos, dotado de un cerebro no mayor que el de ese animal. Pero en un aspecto crucial se hallaba más cerca del ser humano que del mono, la bipedación. Caminaba sobre dos piernas, según nos permiten deducir la forma de su columna vertebral, su pelvis y sus fémures.
El hecho de que los seres humanos caminen sobre sus piernas se nos presenta como un rasgo característicamente humano. Somos, pues, bípedos (de las palabras latinas que significan "dos piernas"), mientras que otros mamíferos son cuadrúpedos (cuatro piernas).
Naturalmente, las aves caminan, corren o saltan con sus dos patas; de ahí que el filósofo griego Platón definiera al ser humano como un "bípedo implume". Pero con esto no basta, pues hay bípedos recubiertos de pelo (canguros y jerbos) o de escamas (varios dinosaurios).
...Así pues, el ser humano es un bípedo habitual, sin cola, y que se siente cómodo en esa postura. La explicación radica en que, inmediatamente encima de la pelvis, la columna vertebral se dirige hacia atrás, afectando una ligera forma de S y confiriendo elasticidad a la deambulación. Ningún otro organismo posee esta curvatura de la espina dorsal en la cintura.
Los primeros homínidos fueron identificados por un antropólogo sudafricano de origen australiano, Raymond Arthur Dart, quien en 1924 halló una calavera de aspecto humano salvo por su tamaño, inusitadamente pequeño, en una cantera sudafricana de arenisca. Dart llamó al tipo de organismo Australopithecus ("mono meridional", en griego). Posteriores hallazgos pusieron en claro que no se trataba de un mono sino de un homínido, y hoy en día han sido identificadas al menos cuatro especies diferentes, todas las cuales se agrupan en la denominación australopitecinos. Éstos vivieron sólo en África oriental y meridional, con lo que la cuna de la humanidad puede localizarse en esa zona.
¿Por qué los australopitecinos desarrollaron la incurvación hacia atrás de la espina dorsal?
Hace cuatro millones de años, la Tierra conoció un prolongado período cálido, y grandes animales tropicales, como elefantes, rinocerontes e hipopótamos, tendieron a perder su pelaje, porque la insolación les hacía pasar excesivo calor. Los homínidos también.
Así pues, la Tierra que habitaban los australopitecinos se fue tornando más cálida. Los bosques redujeron su extensión y fueron reemplazados por sabanas. Aquellos organismos cuyo habitat era forestal y que no abandonaron los árboles, se replegaron de forma natural con el bosque.
Algunos prehomínidos arborícolas lograron adaptarse a las sabanas de África centrooriental, y pasaban cada vez más tiempo fuera de los árboles. La transición debió de ser difícil. A medida que permanecían en el suelo períodos más prolongados, incrementaban su tendencia a apoyarse en las patas traseras a fin de otear por encima de la alta hierba, en busca de alimento o vigilando a depredadores. Los que conseguían mantenerse en pie con más facilidad, tenían mayores posibilidades de sobrevivir y de engendrar prole que heredara la incurvación de la columna. De este modo, lo que llamamos selección natural condujo a los prehomínidos hacia la bipedación.
La bipedación tuvo efectos colaterales asimismo benéficos, que reforzaban la selección natural. Los miembros anteriores quedaron libres para algo más que para apoyarse. Las manos así liberadas podían manipular con más facilidad partes del entorno, tocarse y llevarlas a los ojos, orejas y nariz, de tal manera que el cerebro recibía un continuo caudal de sensaciones.
Cualquier cambio que en alguna medida ampliaba o tornaba más complejo el cerebro, permitía a éste asimilar con más eficacia aquel caudal de sensaciones, lo que se traducía en mayores oportunidades de supervivencia. De este modo, la selección natural condujo a cerebros mayores y mejores.
...Los australopitecinos fueron, con toda probabilidad, los animales terrestres más inteligentes de su tiempo." (I. Asimov ?)