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Homo habilis

"A veces consideramos al ser humano como un animal que se sirve de útiles. Sin embargo, el uso de herramientas no es privativo de los seres humanos. Por ejemplo, las nutrias marinas acostumbran machacar los moluscos con una piedra que, con esta finalidad, transportan sobre el abdomen cuando flotan boca arriba. La lista de ejemplos que podríamos dar sería larguísima.
Si cambiamos la afirmación inicial, sustituyendo el concepto de animal que se sirve de útiles por el de animal que construye útiles, habremos mejorado la definición, pero ésta no será del todo exacta. Se ha visto a los chimpancés arrancar las hojas de las ramas pequeñas y luego utilizar éstas a fin de capturar termes, que para ellos constituyen un bocado exquisito.
Sin duda, los australopitecinos podían hacer todo cuanto pueden hacer los chimpancés. Aunque no tenemos pruebas de ello, nos cabe la casi absoluta seguridad de que utilizaban ramas de árboles y huesos largos como armas contundentes. No menos segura es su capacidad para arrojar piedras o utilizarlas de la misma manera que las nutrias marinas.
Los australopitecinos pudieron vivir sobre la Tierra por espacio de tres millones de años, y no se extinguirían por completo hasta una fecha tan tardía como 1 000 000 a.C. En el tercio final de su existencia, sin embargo, ya no eran los únicos homínidos. En efecto, algunos de ellos habían evolucionado hasta el punto de convertirse en lo bastante humanos como para clasificarlos en el mismo género al que pertenecemos nosotros.
En otras palabras: hace unos dos millones de años, el género Homo inició su existencia. Durante un tiempo, coexistió con los australopitecinos, pero necesariamente debían entrar en conflicto, y vencieron los homínidos, de cerebro mayor, contribuyendo (acaso en medida muy amplia) a la extinción de los australopitecinos.
En la década de 1960, el antropólogo inglés Louis Seymour Bazett Leakey, su esposa y el hijo de ambos, Jonathan, localizaron en el desfiladero de Olduvai, en lo que hoy es Tanzania, los restos del más antiguo ejemplar del género Homo. Los homínidos descubiertos se denominaron desde entonces Homo habilis (que en latín significa 'hombre hábil': junto a ellos se hallaron objetos que parecen indicar que manufacturaban sencillos útiles de piedra.)
Homo habilis era más bajo de estatura que algunas de las más extendidas especies de australopitecinos. Cuando, en 1886, se descubrieron restos fósiles de Homo habilis, de alrededor de 1,8 millones de años de antigüedad (era la primera vez que se encontraban fragmentos del cráneo y de huesos de las extremidades de un mismo individuo de esta especie), parecían corresponder a un adulto pequeño, de complexión ligera, de poco más de 1 m de estatura y con unos brazos sorprendentemente largos.
Aunque los individuos de Homo habilis pudieran ser de corta estatura, tenían la cabeza más redondeada que cualquiera de los australopitecinos, y un cerebro más voluminoso, casi la mitad del cerebro de los modernos seres humanos. Los huesos del cráneo eran más delgados, y se adaptaban a la configuración del cerebro. Si no podían hablar, al menos lograban emitir una gran variedad de sonidos. Sus manos eran más parecidas a las nuestras, y sus pies, completamente actuales. La mandíbula era menor, lo que confería al rostro un aspecto que se alejaba del mono.
Parece que estas criaturas empleaban instrumentos de piedra para obtener lascas de sílex provistas de un borde cortante. Ello significa que por primera vez  los homínidos disponían de grandes cantidades de útiles afilados, y que no dependían de que el azar les permitiera dar con uno. Además ese borde cortante podía serlo de veras, y admitía ser afilado cuando se embotaba.
Aquellos cuchillos de piedra incrementaron el abastecimiento alimentario. Homo habilis no podía desgarrar el duro pellejo de los animales, como hacían los predadores provistos de colmillos: las variedades de gatos, perros y osos. Sin cuchillos, los homínidos tenían que apoderarse de las presas previamente cobradas por otros predadores, y huir con el producto de su rapiña.
Con cuchillos, en cambio, Homo habilis disponía de colmillos artificiales que le permitían cortar el pellejo y raer la carne adherida a la piel y a los huesos. Y mas todavía: Homo habilis ya no hubo de apoderarse de la caza ajena. Ahora los homínidos podían matar animales por sí mismos, incluidos los de mayor tamaño. No tardaron en adoptar el artificio que consistía en atar las hachas de piedra a ramas de árbol, y crearon asimismo las primeras y toscas lanzas, con las cuales podían abatir animales a distancia. Si se arrojaban las lanzas, la distancia podía alargarse lo suficiente como para eludir una reacción inmediata por parte del animal agredido.
Los homínidos se hicieron cazadores y sin duda exterminaron a los australopitecinos, sus competidores, de tal suerte que en el último millón de años todos los homínidos sin excepción formaron parte del género Homo. (I. Asimov)