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Himno a Shamash / Himno a Atón

"¡Oh tú que iluminas las tinieblas, aclaras el cielo, aniquilas el mal en lo alto y en lo bajo! Como una red cubre la tierra tu esplendor; tú irradias luz sobre los poderosos montes. Cuando apareces se alegran todas las criaturas; gritos de júbilo alzan a tí escuadras celestiales...
Hacia ignotas y lejanas regiones... tú te apresuras, Shamash, marchando de día y (regresando de noche). Ninguno de los celestiales tiene tanto trabajo como tú; entre todos los dioses ninguno te iguala en poder. Tú asistes al viajero fatigoso y alientas al navegante que teme las olas...a tu red no escapa el impío; a tu lazo no se sustrae el malvado. Hieres de repente a quien profana tu santidad...lejos de la familia, lejos de la ciudad, en el seno de la estepa te invoca el pastor; el mercader que viaja, el cazador, el mayral, el pescador con sus redes, todos te invocan." (Himno a Shamash)

"Por la noche los leones dejan sus guaridas y las serpientes venenosas sus madrigueras. Reina la oscuridad, el mundo está en silencio, porque quien lo ha creado descansa en su horizonte.
Resplandece la tierra cuando tú te levantas; las tinieblas desaparecen cuando tú envías tus rayos. Un día de fiesta es cada día para Egipto. Despiertan todos y, levantándose, después del baño se visten y alzan los brazos en adoración a tu aurora.
Los rebaños descansan sobre la hierba. Los árboles y plantas florecen. Los pájaros cantan en los pantanos, sus alas levantadas en adoración. Los corderos bailan sobre sus pies... los caminos están abiertos porque tú has aparecido. Los peces saltan fuera del agua para verte. Y tus rayos caen sobre el ancho mar.
Tú creas al hijo del hombre, tú fabricas su simiente, tú le das la vida y le cuidas antes de nacer. Y cuando viene el día del nacimiento, tú abres su boca y le proporcionas alimento... ¡Oh dios, nadie puede abarcar tu poder! Tú creaste la tierra según tu deseo, mientras estabas solo. Hombres, animales, grandes y pequeños; los que van sobre sus pies y los que vuelan; las tierras de Siria, de Nubia y el país de Egipto.
... Tú estás en mi corazón, pero no hay otro que te conozca sino tu hijo (Akhenatón)." (Himno a Atón 1450 a.C.)