Mujer ante el espejo. Picasso |
En 1291, Venecia trasladó su manufactura de vidrio a una isla bien vigilada, y dictó severas penas para quien revelara cualquier secreto de fabricación. Se esforzó en mantener un estricto monopolio de tan valioso material, y el cristal veneciano continuó considerándose el máximo lujo.
El vidrio incoloro hacía posible el espejo moderno. En épocas antiguas, las personas podían mirarse en el agua quieta o en la superficie pulida de un metal como el bronce. El agua raras veces permanecía quieta por mucho tiempo, claro está, y el metal pulido resultaba caro. El resultado de ello era que muy pocas personas conocían su propio aspecto, y no podían ejecutar una acción tan simple como arreglarse el cabello.
Si una superficie de cristal se revestía por un lado con una lámina de metal, el resultado era un espejo luminosamente claro, que permitía estudiarse el rostro para la propia satisfacción." (I. Asimov)